El desierto blanco de Bonneville no es solo un paraje, sino una pista donde los sueños de velocidad rozan el infinito. En agosto de 2025, varios pilotos volvieron a desafiar los límites del motor, escribiendo nuevos récords mundiales mientras el viento intentaba frenarlos.
La sal que guarda leyendas
El desierto blanco de Bonneville, en Utah, volvió a convertirse en agosto de 2025 en el escenario donde los sueños de velocidad desafían las leyes de la física. Durante seis días, pilotos de distintas partes del mundo se enfrentaron a la naturaleza y a sí mismos en busca de un lugar en los libros de historia. Pese a la lluvia, el viento y las pistas encharcadas, tres nombres brillaron al conseguir cuatro nuevos récords mundiales avalados por la FIM.
El espíritu del evento
Los Bonneville Motorcycle Speed Trials forman parte del programa FIM Land Speed World Records. A diferencia de las competencias tradicionales, aquí no se trata de adelantar rivales, sino de luchar contra el cronómetro. Cada intento consiste en dos pasadas, una de ida y otra de regreso, sobre un kilómetro o una milla cronometrada; el promedio determina la velocidad oficial. En ese contexto, cada km/h ganado es el resultado de meses de preparación, ajustes mecánicos y nervios de acero.
Los protagonistas de 2025
La canadiense Liane Langlois sorprendió a todos a bordo de una Triumph Rocket III 2012 de tres cilindros, equipada con sidecar y sin carenado. Alcanzó los 219.4 km/h, estableciendo un nuevo récord mundial en su categoría.
El estadounidense Dale Zlock también inscribió su nombre en Bonneville. Con una Suzuki SV 600 cc de 2004, parcialmente carenada, superó su propia marca y dejó la vara en 243.2 km/h.
Por su parte, Lisa Cipolla demostró que la constancia paga con creces. Montada en una Kawasaki ZX6R 600 cc de 2012, consiguió no uno, sino dos récords: 236.3 km/h en configuración carenada y 218.0 km/h sin carenado.
Lo que no fue… y lo que viene
No todos lograron su objetivo. El experimentado Chris Rivas se había propuesto romper el récord absoluto de 605.2 km/h, con la ambición de acercarse a la mítica barrera de los 643.7 km/h. Sin embargo, las condiciones del terreno se lo impidieron: el agua acumulada y el deterioro de la superficie no ofrecieron la pista necesaria para semejante hazaña.
Aun así, la edición 2025 quedó grabada como una muestra de que el espíritu de Bonneville sigue vivo. Cada intento, cada aceleración y cada ajuste mecánico confirman que, mientras exista un horizonte en la salina, siempre habrá pilotos dispuestos a desafiarlo.
El legado de Bonneville
Más que una competencia, los récords de Bonneville son un símbolo de perseverancia. Los pilotos que se suben a estas máquinas saben que no compiten contra otros, sino contra la historia misma. Y en 2025, esa historia se enriqueció con cuatro nuevas marcas que nos recuerdan que la velocidad sigue siendo un sueño capaz de mover al ser humano
