Las cifras oficiales revelan que la motocicleta es el vehículo más utilizado en hechos delictivos, pero especialistas advierten que estas unidades, en su mayoría, son robadas y que el foco de la seguridad no debe recaer sobre el motero honesto.
Las motocicletas vuelven a aparecer en el centro del debate sobre la inseguridad ciudadana. Según la Encuesta Nacional de Programas Presupuestales (ENAPRES) del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 56,6 % de los robos o intentos de robo registrados entre mayo y octubre de 2025 se cometieron utilizando motocicletas, superando ampliamente a otros vehículos como mototaxis (23,5 %) y autos o camionetas (21,3 %).
El informe confirma una tendencia sostenida en los últimos años y explica que la preferencia de la delincuencia por las motos responde a su facilidad para desplazarse en ciudades con alto congestionamiento vehicular. No obstante, esta realidad no convierte a la motocicleta en la causa del delito, sino en una herramienta aprovechada por organizaciones criminales que buscan rapidez y rutas de escape.
Especialistas y representantes del sector transporte coinciden en un punto clave: la gran mayoría de motocicletas empleadas en delitos son robadas. Edwin Derteano, presidente de la fundación Transitemos y ex titular de la Asociación Automotriz del Perú (AAP), ha señalado que menos del 1 % de las motocicletas registradas está vinculada a actos delictivos y que, en muchos casos, el primer afectado es el propio dueño del vehículo, a quien le sustraen la moto para cometer el crimen.
Pese a ello, las medidas adoptadas por el Ejecutivo han vuelto a recaer sobre los motociclistas formales. La ampliación del estado de emergencia en Lima y Callao mantiene la prohibición de que dos personas circulen en una misma motocicleta y refuerza restricciones sobre el uso del casco, normas que han sido cuestionadas por su limitada efectividad frente a delitos como la extorsión y el sicariato.
En paralelo, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) implementó la obligatoriedad de las placas con chip para motocicletas y mototaxis nuevas, una medida orientada a mejorar la identificación vehicular y facilitar los controles policiales. El sistema permite detectar unidades robadas o con antecedentes, apuntando a un control más técnico y menos generalizado sobre quienes usan la moto de forma legal.
Las cifras del INEI evidencian que la motocicleta es utilizada por la delincuencia, pero también dejan claro que la moto no es el problema. Criminalizar al vehículo o al motociclista formal no soluciona la inseguridad; por el contrario, desvía la atención de los verdaderos desafíos: el robo de motos, la informalidad, la falta de inteligencia policial y el control efectivo del crimen organizado. Defender al motociclista honesto también es parte de la lucha contra la delincuencia.
