Con la llegada del Año Nuevo, algunos motociclistas mantienen rituales y cábalas que forman parte de la cultura motera. Se trata de costumbres populares y creencias personales, no de prácticas oficiales ni medidas de seguridad comprobadas.

Entre las cábalas más comentadas dentro de la comunidad motera está lavar la moto el 31 de diciembre, como símbolo de cerrar el año sin “malas energías” y arrancar el siguiente con caminos despejados. Algunos incluso aprovechan para encender la moto unos minutos antes de la medianoche, creyendo que así “arranca bien” el nuevo año.

Otra costumbre extendida es rociar ligeramente la moto con champagne, cerveza o bebida espumante, especialmente en el tanque o el carenado frontal. Para quienes lo practican, este gesto representa celebración, buena suerte y protección en los viajes, aunque no tiene ningún sustento técnico ni mecánico.

En cuanto a los amuletos, varios moteros colocan medallas religiosas, rosarios pequeños, cintas rojas o pulseras, ya sea en el manillar, cerca del tablero o bajo el asiento. Otros prefieren objetos personales como llaveros especiales o recuerdos de viajes, que asocian con protección y buenas rutas.

También es común que algunos motociclistas den una vuelta corta por el barrio o salgan a rodar el 1 de enero, incluso por pocos kilómetros, como una forma simbólica de “abrir el año” sobre dos ruedas y atraer más viajes durante los meses siguientes.

Estas prácticas forman parte del folclore motero y de la relación emocional entre el piloto y su moto. Son rituales simbólicos, transmitidos entre amigos, clubes y redes sociales. Más allá de las creencias, comenzar el año con mantenimiento real, manejo responsable y respeto por las normas sigue siendo la mejor forma de asegurar un buen año sobre la moto.



